"y vestidos con la coraza de justicia " Efesios 6:14b
Ningún soldado romano se atrevía a salir a la guerra sin su coraza. Era una pieza de cuero o metálica que le cubría el dorso. Era una pieza que cubría tanto el frente como la espalda. Su función era proteger los órganos vitales: corazón, estómago, pulmones, etc.
En la antigüedad se pensaba que el corazón representaba la mente y la voluntad, mientras que el estómago era considerado el lugar de las emociones y los sentimientos.
Entonces esta coraza está diseñada para proteger nuestra mente y emociones.
La mente es la fábrica de nuestros pensamientos, lo que pensamos, lo que nadie puede ver, pero que Dios si puede ver.
Las emociones, son nuestros sentimientos, los deseos. Estas dos áreas de nuestra vida son el blanco de Satanás, él quiere que nuestros pensamientos y sentimientos estén a su merced. Él quiere que el cristiano mantenga su mente ocupada en cosas que no edifican y te dice, si no puedes hacerlo -hablando del pecado- puedes pensarlo o recrearlo en tu mente. Satanás quiere que nuestros pensamientos y sentimientos en cuanto al pecado sean distorsionados, que poco a poco le vayamos restando importancia y de esta manera irá ocupando un lugar cada vez más importante en nuestra vida. Por tal razón debemos vestirnos o revestirnos con la coraza de justicia. En otras palabras, la justicia debe ser una coraza en nuestra vida, de tal manera que nos proteja. Veamos esto más detenidamente.
Cuando hablamos de la coraza de justicia estamos hablando de una justicia práctica, hablamos de nuestro estilo de vida, la que debe ser llena de justicia. Es decir que debemos vivir una vida en la que la justicia debe ser algo que siempre está. Col. 3:9-14. pero cabe resaltar que esta justicia práctica a la que nos referimos aquí no sería posible sin la justicia o justificación que hemos recibido de nuestro Señor, la misma que ya hemos recibido para siempre y no tenemos que “re-vestirla” a diario. El Señor nos ha capacitado para tener una vida justa delante de él, pero este estilo de vida implica un compromiso cada día.
Vestirme con la coraza de justicia implica que yo decido en vivir una vida de obediencia al Señor. Porque cuando estamos en obediencia a Dios, nuestros pensamientos y sentimientos son gobernados por él.
Entonces esta coraza está diseñada para proteger nuestra mente y emociones.
La mente es la fábrica de nuestros pensamientos, lo que pensamos, lo que nadie puede ver, pero que Dios si puede ver.
Las emociones, son nuestros sentimientos, los deseos. Estas dos áreas de nuestra vida son el blanco de Satanás, él quiere que nuestros pensamientos y sentimientos estén a su merced. Él quiere que el cristiano mantenga su mente ocupada en cosas que no edifican y te dice, si no puedes hacerlo -hablando del pecado- puedes pensarlo o recrearlo en tu mente. Satanás quiere que nuestros pensamientos y sentimientos en cuanto al pecado sean distorsionados, que poco a poco le vayamos restando importancia y de esta manera irá ocupando un lugar cada vez más importante en nuestra vida. Por tal razón debemos vestirnos o revestirnos con la coraza de justicia. En otras palabras, la justicia debe ser una coraza en nuestra vida, de tal manera que nos proteja. Veamos esto más detenidamente.
Cuando hablamos de la coraza de justicia estamos hablando de una justicia práctica, hablamos de nuestro estilo de vida, la que debe ser llena de justicia. Es decir que debemos vivir una vida en la que la justicia debe ser algo que siempre está. Col. 3:9-14. pero cabe resaltar que esta justicia práctica a la que nos referimos aquí no sería posible sin la justicia o justificación que hemos recibido de nuestro Señor, la misma que ya hemos recibido para siempre y no tenemos que “re-vestirla” a diario. El Señor nos ha capacitado para tener una vida justa delante de él, pero este estilo de vida implica un compromiso cada día.
Vestirme con la coraza de justicia implica que yo decido en vivir una vida de obediencia al Señor. Porque cuando estamos en obediencia a Dios, nuestros pensamientos y sentimientos son gobernados por él.
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