"Para éstos somos olor de muerte que los lleva a la muerte; para aquéllos, olor de vida que los lleva a la vida. ¿Y quién es competente para semejante tarea? A diferencia de muchos, nosotros no somos de los que trafican con la palabra de Dios. Más bien, hablamos con sinceridad delante de él en Cristo, como enviados de Dios que somos."
2:16,17. (NVI)
Siguiendo con la idea anterior, para mucha gente los cambios que el Espíritu Santo empieza a hacer en nuestra vida son de olor fragante, para otros es un olor a muerte. Un amigo que había estado consumiendo drogas por más de 20 años, cuando el Señor empezó a limpiarlo y la gente lo veía sobrio, ya no les robaba, estaba limpio y bien arreglado estaban muy contentas al ver lo que Dios hacía; pero cuando este amigo se acercaba a sus ex compañeros drogadictos para predicarles, estos se sentían muy incómodos con él, su sola presencia les hacía sentir juzgados.2:16,17. (NVI)
Así será la reacción del mundo frente a la fragancia de Cristo en nosotros.
Y por supuesto que demás está decir que, nosotros somos sólo como el frasco contenedor de la fragancia, los méritos son para nuestro Señor Jesucristo; es su aroma lo que atrae a las personas. No hay lugar para el ego aquí.
Por supuesto que habrá algunos que intentarán comercializar esta fragancia, como lo menciona Pablo aquí. Pero recordemos que es una fragancia que estamos llamados a esparcir al mundo, en forma gratuita, es decir no por ganacia deshonesta.
Continua....
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