8:40-42. Jesús había regresado de la otra orilla del lago. Jesús había dicho a sus discípulos que pasarían al otro lado de la orilla y en medio del viaje se levantó una tormenta, luego Jesús la calmó y todos llegaron sanos y salvos al otro lado. Del otro lado se encontraron con un hombre endemoniado que vivía en el cementerio, luego de hablar con él, Jesús lo liberó de los demonios, pero antes le permitió a los demonios meterse dentro de un ato de cerdos y luego estos se desbarrancaron y murieron. La gente estaba un poco molesta con Jesús, ellos se dedicaban a la crianza de cerdos y la presencia de Jesús atentaba contra su economía, y le dijeron que se regrese a su pueblo y así lo hizo.
Llegó Jesús y como siempre la multitud salió a recibirlo. Dentro de la multitud hay un hombre que busca a Jesús con desesperación, su nombre Jairo. Su hija de 12 años estaba agonizando, a punto de morir y él al escuchar que Jesús había llegado al pueblo no dudó en salir a buscarlo; pero al hacerlo se encontró con una gran multitud que clamaba por el maestro. Aún así decidió ir en busca de Jesús.
Tratemos por un momento de entender la necesidad de Jairo. La historia no nos dice si era casado o no, pero si nos dice que esta era su única hija. El había visto crecer a su única hija, la había visto dar sus primeros pasos, hablar, aprender a escribir a leer…era su adoración. Habían pasado 12 años de felicidad, de pronto algo pasó, ella cayó gravemente enferma. Él era un hombre rico y seguro que ya había intentado curarla pero el dinero no había podido hacer nada por ella pues agonizaba. De pronto se enteró que Jesús estaba en el pueblo y que él tenía el poder para sanar enfermos, no lo dudó y se fue en su búsqueda, allí está su última esperanza.
Cuando Jairo por fin pudo llegar donde estaba Jesús, se postró a sus pies y le rogaba que viniera urgente a su casa. Jesús accedió para felicidad de Jairo y allí estaban dirigiéndose a casa. Jairo lleno de esperanza y deseoso de llegar lo antes posible, se hacía camino de entre la multitud que pugnaba por Jesús.
Imagino la escena donde Jairo caminaba delante de Jesús abriendo el paso; cada segundo era importante para él, era la vida de su hija la que estaba en juego. De pronto, algo inesperado interrumpiría la esperanza de Jairo.
8:43. una mujer con flujo de sangre.
Esta mujer había sufrido de flujo de sangro por espacio de 12 años. Ella había gastado todo el dinero que tenía en médicos pero no había logrado nada. Ya lo había intentado todo sin solución. Allí estaba en medio de esa multitud, una más que traía un gran problema tratando de recibir la misericordia de Jesús. Para graficar más el problema de la mujer, veamos Lv. 15:25-28.
El problema de la mujer era realmente más grave de lo que pensamos. La ley decía que cuando una mujer tenía esta enfermedad, era considerada inmunda. Si esta mujer tenía esposo e hijos, ella no había podido disfrutar de ellos pro espacio de 12 años. Ella no había podido ir a su iglesia por 12 años, no había tenido amigos por 12 años. Su vida había sido una oscuridad en todos estos años, sin considerar el aspecto físico de la enfermedad. Ella quería terminar con esto, ya no podía más. Y sabía que Jesús podía hacer algo por ella. Veamos que hace esta mujer.
Llegó Jesús y como siempre la multitud salió a recibirlo. Dentro de la multitud hay un hombre que busca a Jesús con desesperación, su nombre Jairo. Su hija de 12 años estaba agonizando, a punto de morir y él al escuchar que Jesús había llegado al pueblo no dudó en salir a buscarlo; pero al hacerlo se encontró con una gran multitud que clamaba por el maestro. Aún así decidió ir en busca de Jesús.
Tratemos por un momento de entender la necesidad de Jairo. La historia no nos dice si era casado o no, pero si nos dice que esta era su única hija. El había visto crecer a su única hija, la había visto dar sus primeros pasos, hablar, aprender a escribir a leer…era su adoración. Habían pasado 12 años de felicidad, de pronto algo pasó, ella cayó gravemente enferma. Él era un hombre rico y seguro que ya había intentado curarla pero el dinero no había podido hacer nada por ella pues agonizaba. De pronto se enteró que Jesús estaba en el pueblo y que él tenía el poder para sanar enfermos, no lo dudó y se fue en su búsqueda, allí está su última esperanza.
Cuando Jairo por fin pudo llegar donde estaba Jesús, se postró a sus pies y le rogaba que viniera urgente a su casa. Jesús accedió para felicidad de Jairo y allí estaban dirigiéndose a casa. Jairo lleno de esperanza y deseoso de llegar lo antes posible, se hacía camino de entre la multitud que pugnaba por Jesús.
Imagino la escena donde Jairo caminaba delante de Jesús abriendo el paso; cada segundo era importante para él, era la vida de su hija la que estaba en juego. De pronto, algo inesperado interrumpiría la esperanza de Jairo.
8:43. una mujer con flujo de sangre.
Esta mujer había sufrido de flujo de sangro por espacio de 12 años. Ella había gastado todo el dinero que tenía en médicos pero no había logrado nada. Ya lo había intentado todo sin solución. Allí estaba en medio de esa multitud, una más que traía un gran problema tratando de recibir la misericordia de Jesús. Para graficar más el problema de la mujer, veamos Lv. 15:25-28.
El problema de la mujer era realmente más grave de lo que pensamos. La ley decía que cuando una mujer tenía esta enfermedad, era considerada inmunda. Si esta mujer tenía esposo e hijos, ella no había podido disfrutar de ellos pro espacio de 12 años. Ella no había podido ir a su iglesia por 12 años, no había tenido amigos por 12 años. Su vida había sido una oscuridad en todos estos años, sin considerar el aspecto físico de la enfermedad. Ella quería terminar con esto, ya no podía más. Y sabía que Jesús podía hacer algo por ella. Veamos que hace esta mujer.
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