Romanos 8:12: "Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne"
Antes de conocer a Cristo éramos deudores a la carne, es decir que por tener su naturaleza pecaminosa respondíamos a sus instintos. Es como decir si eres peruano tienes la obligación de pagar tus impuestros al estado. Más o menos es lo que hacíamos antes, estábamos en obligación a la carne. Pero cuando hemos sido liberados por Cristo, él nos ha liberado de esa obligación. Por su puesto que el pecado que todavía se mueve en nuestro ser, nos quiere volver a esa relación de dependencia anterior.
Por eso el Apostol Pablo nos hace recordar en este versículo que NO TENEMOS NINGUNA OBLIGACIÓN CON LA CARNE, NO SOMOS SUS DEUDORES.
Romanos 8:13. "porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis." Y ahora el Apóstol nos dice que la forma de hacer morir esos malos hábitos que quieren hacer morada nuevamente en nosotros, es, POR MEDIO DEL ESPÍRITU. Es decir que, no depende de cuantos métodos empleemos para vencer al pecado, depende de cuánto le dejamos al Espíritu Santo gobernar nuestra vida. Cuanto más nos llenemos de las cosas del Señor, más llenos estaremos de sus Espíritu y de esta manera esas viejas y pecaminosas costumbres moriran por falta de oxígeno.
Antes de conocer a Cristo éramos deudores a la carne, es decir que por tener su naturaleza pecaminosa respondíamos a sus instintos. Es como decir si eres peruano tienes la obligación de pagar tus impuestros al estado. Más o menos es lo que hacíamos antes, estábamos en obligación a la carne. Pero cuando hemos sido liberados por Cristo, él nos ha liberado de esa obligación. Por su puesto que el pecado que todavía se mueve en nuestro ser, nos quiere volver a esa relación de dependencia anterior.
Por eso el Apostol Pablo nos hace recordar en este versículo que NO TENEMOS NINGUNA OBLIGACIÓN CON LA CARNE, NO SOMOS SUS DEUDORES.
Romanos 8:13. "porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis." Y ahora el Apóstol nos dice que la forma de hacer morir esos malos hábitos que quieren hacer morada nuevamente en nosotros, es, POR MEDIO DEL ESPÍRITU. Es decir que, no depende de cuantos métodos empleemos para vencer al pecado, depende de cuánto le dejamos al Espíritu Santo gobernar nuestra vida. Cuanto más nos llenemos de las cosas del Señor, más llenos estaremos de sus Espíritu y de esta manera esas viejas y pecaminosas costumbres moriran por falta de oxígeno.