El Señor le ordenó a Moisés que les dijera a los israelitas: «Todo israelita o extranjero residente en Israel que entregue a uno de sus hijos para quemarlo como sacrificio a Moloc, será condenado a muerte. Los miembros de la comunidad lo matarán a pedradas.
Levitico 20:1,2.El Señor prohibió tajántemente que su pueblo o cualquier extrajero residente entre su pueblo, ofreciera su hijo a la deidad llamada Moloc. De ser así la paga era la muerte.
Moloc era una deidad de tamaño pequeño, en cuyos brazos puestos hacia delante como una rampa, eran puestos bebés o niños ofrecidos en sacrificio. Estas víctimas rodaban por los brazos de Moloc hasta caer en un foso de fuego. Esta era una práctica de los Amonitas pero que amenazaba con infiltrarse entre la nación de Dios.
¿Qué tiene que ver con nosotros? pues la respuesta es MUCHO!!
es verdad que, gracias a Dios en nuestros dias, por lo menos en nuestra sociedad no se acostumbran ese tipo de ritos paganos; pero si, en una forma "disfrazada" y sin darnos cuenta podríamos estar haciendo lo mismo. Pues cuando dejamos a nuestros hijos, los que Dios nos ha dado bajo la responsabilidad de educarlos y formarlos por el buen camino; que rueden por la vida bajo influencias que les podrían llevar a la muerte. Cuando no reparamos en el tipo de compañías que nuestros hijos frecuentan, los lugares que visitan, etc. etc.
O por otro lado, cuando nosotros mismos, estando tan ocupados en nuestros trabajos o ministerios, que nuestros hijos practicamente crecen solos. El mal ejemplo que les damos tambien es una forma de fomentar en nuestros hijos costumbres que a la larga los destruiran.
En realidad, no podremos ser buenos padres sino recurrimos a la fuente, al padre por exelencia, a quien nos quiere dar a través de una relación permanente con él, el consejo que necesitamos. No solo para mejorar en nuestra vocación de padres sino en todo aspecto de nuestra vida.
Por otro lado, si queremos que nuestros hijos crezcan "sanos", la mejor forma es que ellos conozcan a Cristo como su mejor amigo.
También, he aprendido que, si yo no paso tiempo en oración y leyendo la Palabra de Dios, mis hijos jamás lo harán. Nosotros somos su mejor ejemplo. Aprovechemos que todavía los tenemos en casa para darles el mejor de los ejemplos, de padres, de esposos, etc. etc. Impactemos sus vidas en los siguientes meses, que vean en nosotros una fe genuina y real con un Dios genuino y real.